Agencias. Un estudio publicado en la revista Circulation: Journal of the American Heart Association. afirma que que luego de la muerte de una persona allegada, el riesgo de padecer un ataque al corazón aumenta. "Los profesionales de la salud, cuidadores y personas que guardan duelo están en situación de mayor riesgo en los días y semanas después del fallecimiento", opina Murray Mittleman, coautor del trabajo e investigador médico de la Universidad de Harvard (EE UU).
Sustentado en que durante la primera semana, las posibilidades son seis veces superiores a las que existen en situaciones normales. El mayor peligro se presenta el día después de la pérdida, cuando el riesgo de ataque cardíaco aumenta 21 veces.
El estudio también muestra que, a largo plazo, los cónyuges afectados por la pérdida tienen más riesgo de morir de enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares. "Durante estas situaciones de extremo dolor y angustia se debe cuidar de uno mismo y buscar atención médica para vigilar los síntomas asociados con un ataque al corazón", aconseja Mittleman.
Dolor, angustia y falta de sueño
Cuando se inicia un proceso de duelo, las personas suelen dormir poco, perder el apetito y aumentar los niveles más altos de cortisol, una hormona que se libera cuando se sufre angustia y tensión. El estrés psicológico causado por el sufrimiento intenso puede aumentar el ritmo cardiaco, la presión arterial y la coagulación de la sangre.
"Los amigos y familiares de las personas afectadas por la muerte de un tercero deben proporcionar apoyo inmediato para ayudar a prevenir este tipo de incidentes, sobre todo cerca del comienzo del proceso de duelo", recuerda Elizabeth Mostofsky, autora principal de la investigación. Además, los expertos creen que los profesionales médicos deberían ser conscientes de que quien guarda duelo presenta un riesgo de sufrir ataques al corazón muy superior al normal.
El estudio se llevó a cabo revisando las historias de 1.985 pacientes adultos que habían superado un ataque cardiaco entre 1989 y 1994. Los pacientes respondieron preguntas sobre las circunstancias de su ataque al corazón y si habían perdido a alguien importante en sus vidas recientemente o durante el año anterior al infarto. En la investigación también se les preguntaba cuándo había ocurrido la muerte y la importancia de su relación con el fallecido.
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