Hace 47 años de aquel oscuro día 28 de abril del 1965, de la intervención Norteamericana, día que las fuerzas del desorden político y las élites antidemocráticas que han sustentado esta nación, consumaron sus apetencias y frustraron para siempre, el tránsito decente y sano a la democracia,. Con la intervención Norteamérica en territorio dominicano, del desembarco de 42 mil marines, de la 82 División Aerotransportada de los Estados Unidos de Norteamérica, que estaba disponible para desembarcar en Vietnam y que como resultado de las percepciones de los agentes de influencia locales del gobierno americano la trasladaron a suelo dominicano, se terminó de ir el sueño que había despertado el fulgor de Juan Bosch y del retorno a la constitucionalidad.
El ímpetu popular y militar constitucionalista que arrancó el 24 de Abril, aun sin el coronel Francisco Alberto Caamaño a la cabeza, arrinconaba el reducto de los militares golpistas arrinconados en la Base de San Isidro, de Fuerza Aérea Dominicana, donde el liderazgo castrence de Elías Wessin y Wessin representaba la oposición armada más definida ante el avance de las fuerzas que propugnaban por el retorno de Juan Bosch al poder y la restitución de la Constitución de 1963.
El análisis más elemental apunta a una victoria militar y civil de los constitucionalistas y a un retorno al poder de Juan Bosch, posibilidad que aterraba a los Estados Unidos, responsables en última instancia del golpe de estado que lo sacó del poder.
La segunda intervención militar norteamericana, que cumple mañana 46 años, cambió por la fuerza de las armas el curso de un movimiento constitiucionalista que pudo haber transformado la historia que se inició con del derrocamiento del gobierno de siete meses de Bosch en 1963.
Previo a la intervención, los militares golpistas encabezados por los generales Elías Wessin y Wessin y Antonio Imbert Barreras, con los auspicios del embajador norteamericano William Tapley Bennett crearon una Junta Militar, presidida por el coronel Pedro B. Benoit como contrapartida política a la presidencia de Caamaño.
La guerra civil estaba planteada y el avance de los constitucionalistas, apoyados en la adhesión de tropas militares y policiales que se sumaron al movimiento, estimuladas por el respaldo popular que comenzó a manifestarse desde la comunidad civil, planteó la necesidad de frenar militarmente la iniciativa a favor de Bosch.
La Junta Militar que montó Estados Unidos en San Isidro, con el coronel Pedro Bartolomé Benoit a la cabeza, pidió el envío de “ayuda” al gobierno de Lyndon B. Johnson en Estados Unidos.
Conservador y anticomunista, Lyndon Johnson, agitando la bandera anticomunista vista la proximidad geográfica e ideológica de Cuba con los grupos de izquierda, levanta la excusa de "salvar vidas de norteamericanos en el país" y ordena la intervención de 42 mil 420 marines norteamericanos, muchos más que los 26 mil que tenía en Vietnam.
El miércoles 28 de abril de 1965, el presidente estadounidense Lyndon Baines Johnson, con el argumento de salvar vidas de ciudadanos estadounidenses ante lo que definió como una revuelta fuera de control, anuncia el envió de un pequeño contingente hacia la Republica Dominicana. 400 infantes de marina llegan al país y se posicionan en los terrenos de la embajada norteamericana.
El Departamento de Estado sigue de cerca el desarrollo de la revuelta y ve con preocupación el avance de los Constitucionalistas. Con el argumento del peligro de un gobierno comunista en la isla, se toma la decisión de una intervención militar mayor.
El jueves 29 de abril, los Constitucionalistas toman y apresan a los miembros del destacamento de la fortaleza Ozama. Ante esto, Johnson ordena el desembarco de 42, 420 soldados de infantería de marina y la 82ª División Aerotransportada del Ejercito de los Estados Unidos. La 7ma. Flota de la armada inicia bombardeos contra la ciudad de Santo Domingo. Esta intervención puso fin a la Revolución. Es entonces cuando la Guerra Civil se convirtió en una Guerra Nacionalista.