AP /NEW PALTZ, Nueva York, EE.UU. Los gritos hicieron pensar a los vecinos que se habían ganado la lotería. Pero el motivo de la algarabía era que tres jóvenes que compartían un apartamento habían encontrado 40.000 dólares en un sofá viejo.
La segunda sorpresa fue que devolvieron el dinero a la viuda de 91 años que había donado el viejo sofá. "Sacamos uno sobre (lleno de dinero) tras otro", dijo Cally Guasti, trabajadora social de Family of Woodstock, quien comparte un apartamento con dos amigos en New Paltz, 121 kilómetros (75 millas) al norte de Nueva York. "No podía cerrar la boca de mi asombro, era una cantidad enorme de dinero". Guasti dijo a The Associated Press el jueves que ella y sus amigos habían comprado el sofá y una silla en 55 dólares en una tienda del Ejército de Salvación en marzo. Poco después notaron que los brazos del sofá tenían unos bultos raros.
Una noche de abril, uno de ellos, Reese Werkhoven, de Nueva York y estudiante de la Universidad Estatal de Nueva York en New Paltz, abrió el cierre de uno de los brazos y encontró un sobre. Tenía 4.000 dólares en billetes envueltos en plástico de burbujas.
Guasti, Werkhoven y Lara Russo abrieron el otro brazo y comenzar a sacar el tesoro escondido. Contaron 40.800 dólares. "Lo pusimos todo en una cama y comenzamos a contar", dijo Guasti. "Y ahí empezaron los gritos. Por la mañana los vecinos nos dijeron que pensaban que habíamos ganado la lotería".
Más tarde Guasti encontró un comprobante de depósito con el nombre de una mujer. Werkhoven la llamó la mañana siguiente. "Ella dijo: 'Tengo mucho dinero en ese sofá y de verdad lo necesito'", dijo Guasti. Fueron a casa de la señora, quien resultó ser una anciana, quien lloró de gratitud cuando le devolvieron el dinero.
La familia de la mujer había donado el sofá al Ejército de Salvación cuando ella sufría de problemas de salud. Guasti dijo que los tres habían considerado la opción de quedarse con el dinero, pero decidieron que no debían hacerlo.
"Al final, no era nuestro dinero", dijo Guasti. "Creo que si alguno de nosotros lo hubiera gastado se habría sentido muy mal".
Una noche de abril, uno de ellos, Reese Werkhoven, de Nueva York y estudiante de la Universidad Estatal de Nueva York en New Paltz, abrió el cierre de uno de los brazos y encontró un sobre. Tenía 4.000 dólares en billetes envueltos en plástico de burbujas.
Guasti, Werkhoven y Lara Russo abrieron el otro brazo y comenzar a sacar el tesoro escondido. Contaron 40.800 dólares. "Lo pusimos todo en una cama y comenzamos a contar", dijo Guasti. "Y ahí empezaron los gritos. Por la mañana los vecinos nos dijeron que pensaban que habíamos ganado la lotería".
Más tarde Guasti encontró un comprobante de depósito con el nombre de una mujer. Werkhoven la llamó la mañana siguiente. "Ella dijo: 'Tengo mucho dinero en ese sofá y de verdad lo necesito'", dijo Guasti. Fueron a casa de la señora, quien resultó ser una anciana, quien lloró de gratitud cuando le devolvieron el dinero.
La familia de la mujer había donado el sofá al Ejército de Salvación cuando ella sufría de problemas de salud. Guasti dijo que los tres habían considerado la opción de quedarse con el dinero, pero decidieron que no debían hacerlo.
"Al final, no era nuestro dinero", dijo Guasti. "Creo que si alguno de nosotros lo hubiera gastado se habría sentido muy mal".