Es uno de los crímenes más espeluznantes de Miami: un caso de canibalismo a plena luz del día en la pasarela peatonal de la rampa de una carretera.
Un hombre desnudo devoró el rostro de su víctima, también desnudo, hasta dejarlo irreconocible. Un agente de policía le ordena que pare de ingerir carne humana. Al no obedecer, le dispara. Pero el caníbal, tal vez drogado, continúa su sangriento ataque hasta que el agente lo mata.