La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica y un enigma. El 70% de los casos tiene una causa desconocida y sigue siendo, además, una enfermedad socialmente mal entendida, distorsionada.
El epiléptico ni tiene un bajo nivel intelectual ni sufre algún tipo de trastorno psicológico. Pero muchos aún lo creen. De modo que los pacientes que padecen crisis epilépticas se sienten estigmatizados, un aspecto a recordar este jueves, que se celebra el Día Nacional de la Epilepsia en España.
Se trata de una enfermedad crónica que se produce cuando un área de la corteza cerebral se irrita y deriva en una serie de síntomas que, dependiendo de la localización, se manifiesta de una forma u otra a nivel clínico. La más común es la epilepsia generalizada primaria y sólo se manifiesta con crisis epilépticas sin tener ningún otro tipo de trastorno intelectual o genético.
La epilepsia puede producir dos tipos de crisis: una generalizada en la que el paciente pierde el conocimiento, se pone azul durante unos segundos, expulsa saliva por la boca, se muerde la lengua, hace movimientos y, en ocasiones, se orina; y una crisis focal en la que en el enfermo puede mover el dedo de la mano durante uno o dos minutos sin perder la conciencia, o se queda mirando hacia el infinito haciendo movimientos con la boca, entre otras.
No hay que meter nada en la boca del paciente.
Dejar que acabe la crisis y no sujetar a la persona.
Quitarle los objetos que tenga alrededor si se ha desmayado
.
.
Acostarle de medio lado para evitar que le obstruyan las vías respiratorias.
Cuando recupere la conciencia, llevarle a urgencias si es la primera vez que le ocurre.
Según explica, el neurólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid, Antonio Yuste, las crisis epilépticas aparecen con más frecuencia en los niños, debido a su inmadurez cerebral, y en las personas mayores de 65 años. Además, determinadas enfermedades que provocan estos ataques tienen una tendencia hereditaria.
Es importante, aclara Yuste, que un enfermo de epilepsia no consuma ningún tipo de drogas ni alcohol a lo largo de su vida. Sin embargo, una supresión brusca de determinados medicamentos o de la ingesta de alcohol puede favorecer también la aparición de una de estas crisis epilépticas.
Fármacos, pero también cirugía
En cuanto al tratamiento de esta patología, el 80% de los enfermos utilizan medicamentos antiepilépticos que no suelen producir ningún tipo de efectos secundarios.
El paciente que se opera seguirá con medicación para que no se repita, Si no mejora con fármacos, el paciente es evaluado quirúrgicamente en centros especializados por neurólogos, neurocirujanos y neurofisiólogos, para que se le elimine el foco que genera la crisis en el caso en el que se pueda aislar del resto del cerebro.
La cirugía no cura la epilepsia, pero sí puede conseguir mejorar el pronóstico de los pacientes resistentes a tratamientos farmacológicos.