Lo cierto es que con la llegada del dispositivo de realidad aumentada Google Glass, a la industria de los contenidos pornográficos se le había encendido una bombilla para comenzar a ofrecer vídeos desde otro ángulo, desde otro punto de vista, en formato subjetivo, innovar en un terreno en el que menos es más.
Después de lanzarse la primera aplicación sexual, Google ha modificado los términos de uso para evitar que aparezcan imágenes subidas de tono. «No se permite en las gafas contenidos que contengan desnudos, actos sexuales explícitos. Google tiene una política de tolerancia cero contra la pornografía infantil. En caso de detectarlo se informará de ello a las autoridades competentes y se eliminarán las cuentas de Google de los que participan en la distribución», explica la compañía.
La empresa para adultos MiKandi, con sede en Seattle, anunció la semana pasada que trabajaba en una aplicación Tits&Glass, que permitía a los usuarios del dispositivo recrearse en imágenes sexuales. El servicio se basaba en la grabación de vídeo POV (Point of view), aunque se encontraban trabajando en un sistema de «interacción entre dos adultos».
La aplicación fue presentada como el primer software para Google Glass que permite la interacción y participación del usuario direcamente con otros usuarios del dispositivo. El éxito fue palpable, al menos en cuanto a interés por saber de qué se trataba. En pocos días, habían recibido más de diez mil visitas interesándose por el producto, pero ahora ha asegurado que va a cumplir con las políticas del gigante de internet. Al menos, por ahora.